RAMIRO
RAMIREZ Y LANUEVA IMAGEN CLASICA
“Tengo
doscientas maneras de hacer que hermosos ojos miren al cielo” Guido Reni
En los
tiempos actuales, donde la industria de los elogios mutuos crea mitos falsos en
la cultura y en el arte, no sería malo hablar del sabroso anonimato de que goza
Ramiro Ramírez en su país, y del sólido prestigio que su obra tiene, a la
manera de Juan Cárdenas, en el exterior.
Y es que
Ramírez lleva por dentro un amor enfermizo por la pintura. Su irreductible y
afanosa búsqueda de la objetividad a través del esfuerzo innovador de la
postura y de la forma, de la emotividad del gesto y de la sentida expresividad,
confieren un nuevo valor a los sentimientos y un giro inesperado a la
realización de la figura humana.
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