El artista naif, si
bien es esencialmente ingenuo, envidiablemente ingenuo, posee la energía de
aquel que está dotado de una personalidad profunda, de un talento innato, y una
especial facultad imaginativa ; por ello el resultado final de sus obras será, inequívocamente,
un acto espontáneo, libre de influencias externas y pletórico de la condición
de maravilloso.
Su mundo, digámoslo de una vez, es el de la esperanza humana originaria, el de la utopía, el de la verdad recóndita sin fronteras ni edades. Por eso en él vibra la grandeza de la mirada que se enfrenta al sol (Manuel Urbano)
Su mundo, digámoslo de una vez, es el de la esperanza humana originaria, el de la utopía, el de la verdad recóndita sin fronteras ni edades. Por eso en él vibra la grandeza de la mirada que se enfrenta al sol (Manuel Urbano)
Si todo arte, por
definición, ofrece un lenguaje universal, el Naif, hace a este lenguaje más
diáfano y más directo, más puro y elemental, más cercano al sonido interno de
las cosas, puesto que, como señala Kandinsky, "es un cosmos de los seres espiritualmente
activos"
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