lunes, 22 de abril de 2013

MI ANDALUCIA DEL ALMA...



 Atardecer en Vera-Almeria






En el relato anterior hablaba del pueblo donde nacieron mis padres. Tuve la ocasión en el año 2008 de viajar por Andalucía. Nacida en “Granada”, no había vuelto por allí desde la edad de ocho años; es decir pasaron más de 50 años. La emoción era fuerte, los sentimientos también. No lo van a creer, a pesar de tantos años recordaba perfectamente nuestro barrio: ya no quedaba nada, en su lugar habían construido nuevas viviendas. Recordé paso a paso donde iba con mamá y, fue realmente emocionante como los recuerdos estaban tan presentes, a pesar del tiempo transcurrido. Me alegre mucho de volver a mi tierra, pero hubo lagrimas de emoción y muchas… Me reencontré con mi segundo hermano que vive en el “Albaicín” Al atardecer admiraba desde su terraza el magnífico atardecer sobre “La Alhambra”, sus palacios nazaríes. Aquello era un espectáculo estremecedor. En un relato anterior escribí una poesía a mi ciudad de Granada. Paseábamos por las calles estrechas al anochecer respirando de los patios andaluces toda la esencia de las flores. Escuchando en un tablao flamenco canciones de amores, de pasiones. De allí nos fuimos dirección “Almería”, principalmente al pueblo costero donde nacieron mis padres. ¿Curioso, el pueblo en si no había cambiado mucho según los relatos de mamá?; en cambio el paseo del malecón lo habían reformado totalmente. 
 Buganvillas
Para dejarlo impresionantemente bello y, a lo largo del paseo lleno de palmeras. El puerto pesquero junto al deportivo también se encontraba trasformado. En los balcones de las casas buganvillas de todos los colores, yo fotografiando cada rincón; de esa forma lo recuerdo a lo largo del año. Alquilamos un apartamento, puesto que no conocíamos a nadie. Evidentemente la gente se dio cuenta de que no éramos de allí, preguntándonos de donde éramos. Por cortesía le comentamos nuestras raíces en aquel pueblo; quienes fueron nuestros padres, nuestros antepasados. Ellos parecían curiosos y al mismo tiempo sorprendidos de saber quien éramos. Las personas mayores eran las que más se acordaban de mis padres y demás familiares. Parecían intrigados y con gran respeto nos comentaron que nuestra familia  sobre todo del lado materno, eran todas unas grandes señoras, ayudando al más necesitado y ante todo personas respetadas por su caridad humana. Nos comentaban que cuando algún pobre pasaba por allí pidiendo, le indicaban donde vivía mi abuela. Ella los lavaba, les daba de comer, vistiéndolos con  ropa nueva: ¿Dios? cuántas veces habíamos escuchado ese comentario de la boca de nuestra madre? Nos indicaron que allí y acá vivían todavía familiares nuestros; nos acercamos cautelosamente para descubrir con agrado un montón de primos. El recibimiento fue extraordinario: resulto que la primera que fuimos a visitar fue la prima María. Su abuela y la mía eran hermanas. Nos abrazamos efusivamente; yo tragando las lagrimas de la emoción. La prima en cuestión nos presento a más familiares. La estancia en el pueblo se hizo corta; prima María contándonos miles de cosas sucedidas después que desterraron a nuestros padres. Nos llevo hasta la casa de nuestros abuelos. También donde estaba situada la entonces casa de nuestros padres frente al malecón; al día de hoy hicieron un bloque de casas. La finca del fallecido tío Andrés; ¿la de veces que mis hermanos contaban cuando iban a la finca del tío? El tío en cuestión les daba dátiles, higos, caquis etc. Descubrimos cosas que ignorábamos, aprendiendo más sobre nuestras raíces. María; es una mujer andaluza muy salerosa, muy risueña. Habla con las manos gesticulando y, mucho nos reímos con ella. Se parece mucho del lado de mi abuela, es generosa, muy buena persona. Nuestra relación se afianzo a raíz de ese viaje; volviendo cada año con la misma emoción. Ella le gustaría que me fuese a vivir allí con ella; mucho lo he pensado y la tentación grande. Aquí tengo mis amistades afianzadas, vivo cerca de la frontera francesa en caso que mis hijos me necesiten y, aquello esta a casi mil kilómetros de aquí. Lo que tengo muy claro que, mientras pueda con mi salud iré cada año para hacer ese peregrinaje hacia mis raíces. Hacia tantos años que deseaba encontrarlas; me faltaba algo y allí lo encontré tal como mis padres me lo contaban. El clima en verano allí es caluroso, teniendo el tiempo asegurado para pasar unas agradables vacaciones y disfrutar de la hermosa playa. Pasear al atardecer después de una buena siesta. Ver el espectáculo del sol que, parece entrar confundirse con el mar; el color del cielo en tonos variados parecen una palestra de colores magníficos. Sentir en el rostro la brisa del mar y, en un chiringuito tomarte una caña hasta el anochecer, invadiéndote una paz y serenidad increíble. Sus gentes son alegres, dicharacheros y, te transmiten esa alegría hasta el alma. Todos te saludan, se inquietan si estamos a gusto. Sus restaurantes, donde el plato principal es el pescado, el marisco acompañado de una buena sangría frente al malecón; de ahí al mismísimo cielo. La fruta y la verdura llegan directas del agricultor al consumidor. Cada viernes hay un mercadillo lleno de color y de olores de especias. La gente de los alrededores se concentran y aquello es un hervidero de gente de allí, como de extranjeros. Claro está que te cruzas con los que ya conoces, una que te saluda alegremente, otra que te invita a tomar una caña después  y luego está la tranquilidad, la paz que sientes y deseas que no acabe. Nadie vive estresado, hay tiempo para todo. Vas por la calle y de pronto alguien está cantando flamenco, se saludan en voz alta y denotas la alegría que hay en el sur de España. Desconectas de tal forma, que la vuelta es dura… Piensas que un año pronto pasa y, por supuesto este año iremos de nuevo junto a mi hermana al sur. Disfrutaremos del clima, de la familia, de los días de playa tumbadas al sol; no piensas en nada, dejándote llevar por esos momentos de relax y de calma. Entre sol y sol, un baño en las aguas cálidas del “Cabo  de Gata”, en el mar Mediterráneo, ¡observar el cielo azul profundo es todo un lujo! ¿Vamos todo lo de allí? ¿Que voy a decir de mi tierra?, está inundada de sol, sol es alegría de vivir y miras al cielo, bendiciendo de estar entre tu gente. Que es una tierra con profundas raíces, hermosa y bella como las flores; más cuando la inunda el sol, o  la luna que,  parece que puedes alcanzar la luna casi con la mano. Deseando que llegue pronto  el momento de partir de nuevo por allí. A la vuelta les contare mis nuevas aventuras en esta tierra de contrastes y bellos parajes.

 Una servidora

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