Junto a mi hermana y sobrinos |
A
mediados del mes de diciembre, recibo una llamada telefónica de mi hermana de Barcelona.
Me invitaba a pasar las fiestas navideñas en su casa. Le dije que lo iba a
pensar y, después de reflexionarlo, tomo la decisión de ir. Efectivamente,
hacia 47 años que no pasábamos juntas estas fechas, es decir desde que estábamos
solteras. Como bien lo he contado, mi estancia en Francia, impidió nuestro
encuentro antes. Mis padres en aquella época vivían aquí en San Sebastián:
entonces cada dos años llegaba y pasaba junto a ellos, junto a mis otras dos
hermanas estas fiestas. Ella trabajaba y con cuatro hijos no podía desplazarse hasta
aquí y, el tiempo pasaba rápidamente: cuando lo reflexione, no podía creerlo
que hubiesen pasado tantos años. Durante mi estancia en Francia, nos veíamos poquísimo,
de hecho al igual que con mis dos hermanos mayores distribuidos en distintas
ciudades de España. En el mes de abril, estuve en la boda de su hijo en Italia:
¡oh, sorpresa, me di cuenta la unión que había entre ellos! La envidiaba
sanamente, mis tres hijos varones, casados no tienen relación entre ellos, a
pesar de haberles inculcado el espíritu familiar. Debo decir que en Francia,
los jóvenes se independizan muy jóvenes, forman sus vidas y se olvidan de los demás.
He sufrido muchísimo de ello, pero nada puedo hacer para cambiarles. De joven
no lo entendía al ver los demás, allí son extremamente individualistas: al
contrario que nosotros aquí en España, a pesar de que ahora aquí está pasando
lo mismo en muchas familias. En muchos hogares, estas fiestas son sinónimo de
enfrentamientos entre los hermanos y, cada vez se oye más que, pasen pronto
estas fechas… El recibimiento en casa de mi hermana fue muy emotivo: es verdad
que la relación con esta hermana ha mejorado muchísimo desde nuestras
vacaciones en común en Andalucía, nuestra tierra natal. No sé el motivo,
siempre estaba distante conmigo: creo que en realidad me envidiaba, quizá por
vivir cómodamente en Francia: por orgullo no sabía la relación que había de
alcoholismo, de maltrato que me infligía mi ex pareja. Es verdad, lo tuve todo
lo material, faltaba lo principal para mi desgracia. En Andalucía descubrió una
hermana que no conocía para nada: es verdad que la diferencia de edad, el no
haber compartido prácticamente nada, hizo crecer esa desconfianza hacia una
servidora. Me alegre mucho que realmente después de tantísimos años, se diera
cuenta su equivocación y, la relación ahora es fluida, amena: cosa que yo me
alegro tanto. Ya en la boda de su hijo, hubo un acercamiento con sus hijos. Desconocía
casi todo de ellos, salvo una de sus hijas que, para mi es más que una sobrina.
Esta estancia ha servido para conocernos mejor, he descubierto unos sobrinos
encantadores: preocupándose por mi salud delicada, mi vida y sobre todo cariñosos
y atentos en todo momento. En definitiva que fueron unas fiestas llenas de magia, donde ha
reinado la alegría de descubrirnos mutuamente. Mi sobrina la mayor con su risa
contagiosa, la dulzura de la menor, mi sobrino y su esposa de origen italiana, muy atentos para que yo estaría
a gusto. De paso junto a mi bella flor, descubrí otros lugares de Barcelona,
ciudad grandiosa y bella. Las fiestas, donde cocinaba con cariño platos del país
vasco, ellos agradecidos por todo lo preparado: pasando realmente unas felices
fiestas. Hacía muchos años que no me reía tanto y, sobre todo el estar acompañada
por todos. El broche final, la noticia que nadie lo esperaba, mi sobrina la menor
el día de reyes nos anuncia su primer embarazo. Todos llorando de alegría y
brindando con champan por la noticia tan estupenda: llevaba mucho tiempo
esperando la llegada de este bebe tan deseado. Los hijos de mi sobrina la mayor,
cariñosos y muy educados: al llegar y al despedirse me daban un beso. La verdad
que fueron unos días que no lo olvidare y, sobre todo el cariño que me han
prodigado. Al despedirme, todos me decian lo mismo, que vuelva pronto: por supuesto
que lo hare. ¡En el tren ya de vuelta pensaba! fueron una inyección positiva
para mí y, a pesar de haber llegado con una gripe vírica: pienso, que suerte la
mía de tenerlos. Ayer noche, llame a todos para agradecerles su acogida, al
colgar se me escaparon las lágrimas de emoción.
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