En
un anterior relato les contaba mi pasión por los gatos. Al morir<<petit
gris>> me hice la promesa de no tener otro gato: Me había causado tanta
pena su pérdida. Mientras nos disponíamos a cambiar de la casona antigua de los
abuelos de mi marido, por una casa nueva en una urbanización cerca del bosque.
Fuimos de los primeros en estrenar casa y, estábamos encantados. Mucho más
confortable, con un espacioso jardín y, sobre todo con calefacción central,
mejor que la leña y el carbón, menos trabajo también. Apenas nos habíamos
instalado, que una mañana oigo un maullido en la puerta. ¿No lo podía creer?,
un gatito pequeño me miraba como diciéndome ¿puedo entrar? Después de preguntar
si alguien se le había escapado y, ante la negativa, no tuve opción y me lo quede.
Le di al entrar esa mañana leche y se la tomo con un feroz apetito. Decidiendo
llamarle<<caramel>>, por el color de su pelaje. Era adorable y,
empezó formando como uno más, parte de la familia. Era cariñoso, para nada
arisco y mis niños se le echaban encima sin inmutarse. ¿Marilo? Cuidado, estrenas casa, decían la gente del pueblo, nuevo
niño al frente. Efectivamente quede embarazada de mi tercer hijo, nada más
instalarnos en nuestro nuevo hogar. Era a finales de agosto, en septiembre allá
empezaba ya el frio. Cuando salí del materno con mi niño para casa, el gato me
esperaba inquieto, no había comido desde mi entrada en el materno para dar a
luz. Mi niño lo instale en la cuna donde habían dormido anteriormente sus otros
dos hermanos. <<caramel>> miraba intrigado la cuna maullando , creo
que de alegría. Según iba creciendo mi niño, empezaron a salir los primeros
dientes. En Francia, no se estilaba el chupete, vamos que no existían y, mi
niño chupeteaba la sabana de la cuna. Un día, ¿cuál fue mi sorpresa?
<<caramel >> se encontraba en los pies de la cuna chupeteando
igualmente la sabana. Le cogía con la patita los peluches de mi niño y dormía
abrazado a ellos. Mi niño crecía, el gato se hizo adulto. Llegando la primavera
y los primeros amores de mi gato. Durante el
verano casi no aparecía, justo a la hora de comer. Un día entre las
hortalizas de la casa de enfrente, veo a mi gato con una gatita persa de la
vecina. Los gatos son infieles por naturaleza, pero esto es verídico, su único
amor fue su gatita blanca, fiel hasta el
final. La gatita le sobrevivió más tiempo y se acercaba a mi casa maullando,
era evidente que lo echaba de menos. Estaban siempre juntos y a través de la
ventana de la cocina los veía jugar, se daban besitos, pasaban entre las hortalizas
y los árboles frutales, uno detrás del otro y aquello me enterneció muchísimo.
La vecina me comento que su gatita había tenido gatitos de
<<caramel>>, pero la iba a castrar para no tener más, pues luego no
sabía qué hacer de ellos. A pesar de ello seguían juntos y la gente del pueblo
decía que era increíble, nunca habían visto semejante fidelidad entre dos gatos.
En invierno evidentemente el gato se quedaba en casa, pasando largos ratos
durmiendo. Hasta que un buen día, me encuentro de nuevo otro gatito maullando a
mi puerta. Era una hembra de color negro, con una mancha blanca en el pecho.
Dudando si quedármela, ya tenía a <<caramel>> Pero mi pasión por
los gatos hizo que la adoptase también. La llame<<titi>> y en otro
relato contare la historia de esta gatita inteligente, pero sobre todo debía de
llevar en sus genes algo de marquesa.
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