Padre…me gustaría oír de tus labios de nuevo la historia.
Ahora es imposible ya que te encuentras junto a mi madre en algún lugar lejano descansado eternamente. La sé de memoria…la recuerdo cada paso escuchándote
atentamente aunque ahora comprendo mejor, lo que de joven no comprendía la
magnitud de aquel dolor. Con los años pasados comprendo más tu angustia y como
tú entonces… lloro de impotencia y dolor. Sabes padre... la he transmitido a
mis hijos pidiendo que respeten tu historia. Yo la respeto por ti, por los
desaparecidos, por todo el tiempo que estuviste encarcelado ¡Trescientos
sesenta y cinco días, trescientos sesenta y cinco noches ¡te toco padre estar
encarcelado en una celda oscura de condenados a muerte, por un delito no
cometido. Descubriéndose después que tal crimen nunca existió, cuándo la
supuesta víctima apareció testificando a tu favor. Té condenaron nuevamente por
rebeldía a cadena perpetua indultándote varios años después ¡Trescientos
sesenta y cinco días, trescientos sesenta y cinco noches! Con la angustia de tu
muerte sin poder borrarla de tu mente. ¿Qué sería de tu esposa e hijos? Nunca
más volverías a verles, tu mente nublada por él dolor, arrastrando por la celda
oscura aquel olor a muerte; esperando cada día el paredón de la muerte.
Trescientos sesenta y cinco días, trescientos sesenta y cinco noches oyendo los
pasos de botas en aquellos corredores, cerraduras que se abren y se cieran fusilando gente. Oyendo gritos angustiado, torturas…llantos y lamentos,
defender la patria y la libertad ese fue el delito de tu tortura padre. Tantas
cosas sucedieron, tantos los que no sobrevivieron que hasta tu muerte no lo
olvidarías. Cuántas injusticias se cometieron impunemente…hoy lloro por ti
padre y por toda esa gente: pidiendo justicia estoy hasta que...se reconozca
por fin la historia, para que todos descansen eternamente y, encuentren la paz
finalmente.
Marilo Dominguez.
04/04/2012.
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