Sabemos que el amor
entre dos personas es un sentimiento que no tiene precio. Es algo mágico y
maravilloso; pero puede resultar que a veces la vida en pareja no es tan
sencilla, es de una gran complejidad. Entra en escena tus creencias, la cultura,
la educación recibida y, muchas veces pueden chocar entre sí. Cuando conoces a
tu pareja ¿piensas es para toda la vida?; no cabe la menor duda en tu mente. Es
hermoso, maravilloso casarte enamorada, ilusionada y dispuesta a poner todo tu
empeño para que las cosas funcionen bien. Pasan los años; ves como las
diferencias van creciendo: a la par que llegan las discusiones, para constatar
con amargura que no era lo que esperabas. Siempre piensas que con amor puedes
superar las barreras. Constatas amargamente que se abre una brecha en la relación;
de tal magnitud que, cuando te das cuenta de que en realidad ya en nada
coincides y ello te hiela el alma. Aquí se ponen en manifiesto, lo que decía al principio; diferente cultura, diferente
educación y principios; caminos que no van en la misma dirección y
automáticamente llegan las fricciones. ¿Quizás haya una tendencia a idealizar
el amor?; demasiadas expectativas has puesto en ello. ¿Estás convencida que compartes
los mismos gustos, los anhelos y sueños? Incluyendo la educación y el cuidado
de los hijos; para constatar que, hasta
en eso somos diferentes. Compruebas según pasan los años que, tus sueños no son
los de tu pareja. ¿Qué ha pasado? Te cuestionas cada día, sin obtener una
respuesta. Tu eres extrovertida, el lo contrario y el silencio se instaura y el
desamor te está esperando. Has apostado tú vida por un matrimonio que, a la
largo va directo al fracaso sin poder frenarlo y, sin un dialogo posible la convivencia se va al
traste. Pero duele tanto el alma decir adiós; romper la promesa de amor de estar
a su lado hasta el final. Sientes que te invade la amargura, te encuentras perdida,
angustiada. Desperdiciando los años de tu vida, tratando de recomponer el puzle
dislocado y sumergida en un valle de lágrimas. Todo un desperdicio de vida irremediable, te
encuentras en un callejón sin salida; para finalmente decidir romper con tu
vida de pareja. Siempre has dejado en un rinconcito del alma una esperanza y piensas
¿qué tal vez? terminaría comprendiendo el dolor causado. Causa perdida, en la mayoría
de los casos. Tardas en tomar una decisión apropiada, que no sufran los hijos;
pero los hijos sufren de igual manera. ¿Donde se encuentra la verdad?, dudas si
harás lo correcto; mientras te invade la tristeza. Cuando acaba la relación una
se siente incompleta; ¿preguntándose una y otra vez porque no funciono? ¿Porqué
es tan difícil de superar tales barreras?, creando dolor y desazón, cuando una
pone el alma y el otro no. ¿Por qué es tan difícil la convivencia? entre dos
seres que ahora se detestan; si aquello empezó con mucho amor. Sufres tanto
que, incluso pierdes la chispa por la vida. Una vez el duelo acabado; aprende al
final que tienes que perdonar y, piensa que quizás en alguna parte, tu también
has fallado. Siempre es culpa de dos, no intentes culpar siempre al otro. La
vida está compuesta de esta manera y, tu destino estaba trazado en algún lugar
sin que lo supieras. Entonces cuando lo comprendas, toma de nuevo las riendas
de tu vida. Sigue creyendo en el amor; si se cruza en tu camino, cógelo de la
mano y aférrate a su lado. Deja que tu corazón te guie, consigue una convivencia basada en el respeto, en la
confianza y sobre todo mucho amor. Lo de ayer, no tiene porque ser lo que hoy
vives; al igual que mañana tampoco sabes de que estará compuesto. Pero si
aquello te dejo una herida ¿ciérrala? La
vida en si es tan corta; vívela con alegría y con entusiasmo.
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