Ave-Fénix |
¡Se, que ahora soy una
mujer digna!; lloro como una mujer adulta y tan solo me concedo unos minutos, justo
el tiempo de liberar mi angustia con algún dolor momentáneo. Si lloro demasiado
es que todavía queda ira en mi alma, transfiriéndola a mi organismo y a su vez
enfermando de mil cosas, ocasionando estragos. A veces me cuestiono, ¿porque la
vida me dio tantos golpes hiriendo mi alma? ¡Pero doy gracias a la vida de
haber puesto en mi camino a personas que me siguen amando! cruzando junto a ellas metas
imposibles en un momento dado. De esa forma eche fuera las dudas, las
inseguridades y el miedo que me abarcaron. Brindando hoy por ellas con cariño,
por el amor demostrado a cada paso. En cada amanecer, se presentan nuevos
senderos para emprender; tengo sueños y metas y, tengo la capacidad de forjar
el camino. De esta forma puedo así cosechar los frutos día tras día. ¡Hoy, me
pare a pensar con una sonrisa! en mi primer beso, mi primer amor y el orgullo
al nacer mis tres hijos. He comprendido la fórmula para sentirme feliz; es
reconciliarme con mi pasado interno. ¿De qué manera?, recordando los días felices
de mi pasado, mantenerlos en un lugar de mi mente y a solas recordarlos; ellos serán
siempre mis mejores aliados. Recordé hasta llegar muy lejos en el pasado; mi infancia, la adolescencia
y en edad adulta. ¡Recordé aquellos verdes prados de mi infancia!, el sol
intenso en mi rostro con el pelo despeinado por la dulce brisa. Los arboles
rodeando el prado y a lo lejos el caudal bajando. Descalza mojando mis pies en
el agua transparente; viendo los peces y los cangrejos esconderse con mi
presencia. Respirando aquí y allá las flores de los campos. En la quietud del
amanecer con la ventana abierta y, de pronto escuchar los pájaros que te despiertan
cantando. ¡Qué delicias tales recuerdos, calados en el fondo del alma! ¡Mi
adolescencia junto a mis amigas! Nuestros
primeros bailes en la plaza del pueblo un tanto inquietas y, observando
discretamente los chicos que nos gustaban; el corazón latiendo con fuerza
cuando el que nos gustaba, te invitaba a bailar. De mi matrimonio, tengo prácticamente
casi todo descartado; ya no me interesa nada. Fue una relación infeliz y lo
mejor es olvidarlo; salvo el nacimiento de mis tres hijos varones. Junto a mi
madre fue lo más bello, lo más hermoso que la vida me ha acordado; seguido del
nacimiento de los nietos, que tantas alegrías me han dado. ¡Por supuesto he
amado, algunos fueron con pasión, otros duraron lo que dura el verano! He
vuelto a pasear por los lugares vividos: recordando mil anécdotas agradables;
recorriendo de esta forma cada etapa de mi vida. Después de esta reconciliación
conmigo misma, una sonrisa esboza mi alma. ¡Ahora observo las cosas con tanto
amor! incluido los que dañaron mi alma. Soy consciente que nada es sencillo en
la vida; que la vida es también mucho dolor y, parece difícil de sobrevivir a
ello, más cuando fallecen tus seres amados. Parece como si el tiempo se hubiese
parado hasta acabar el duelo. Pero tal como el “Ave Fénix” renacemos de nuevo a
la vida. La vida sigue girando y tú con ella; es igual a la mar, unas veces
serena con sus aguas transparentes, otras con sus resacas en la cual arrasa
todo a su paso. Pero todos tenemos tales capacidades de superarlo; esforzándonos
y, con constancia salimos renovados. Me doy cuenta que al perdonar, mi corazón se
ha abierto al mundo exterior cambiando mi forma de ver la vida. Hoy, que
llueva, que niebla, la vida la veo de intensos colores. He comprendido que ser
feliz no es un estado de ánimo, más bien es una actitud constante ante la vida.
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