jueves, 10 de enero de 2013

SUEÑOS PREMONITORIOS...


Al salir el lunes por la mañana rumbo a nuestra ciudad, después de pasar las fiestas navideñas en Barcelona: me di cuenta que tenía fiebre. La garganta me molestaba y, los ojos lagrimaban junto a la nariz atorada. Apenas llegar a Barcelona, un sobrino cae con la gripe vírica. Como cada año me vacunan, no pensé que podía alcanzarme. Después fue pasando de uno en uno toda la familia. Justo al salir en el tren que me trajo de vuelta, empiezo a notar los primeros síntomas. Nada más bajar del tren, voy al supermercado del barrio y preparo un caldo de gallina: ¿uf, menos mal? La noche llega y yo me sentía fatal, la fiebre se disparo y cuando esto ocurre me desplomo, caigo al suelo al igual que una marioneta. Tendría que estar acostumbrada, pues esto me ocurre desde siempre y, no puedo hacer nada. Me tomo la medicación temblando como una hoja para bajar la fiebre y, ni por esas. Paso la noche muerta de frio, dos edredones, dos mantas, más la calefacción encendida, no había manera de entrar en calor. Cuando esto me ocurre tan fuerte, sueño, ¿vamos digamos más bien que son pesadillas nocturnas?: llegan con tal intensidad que, no sé si estoy en otro planeta. Los sueños son casi los mismos últimamente, me veo de joven con mis niños, en alerta para que no les ocurra nada, todo esto entremezclado al mismo tiempo con mis nietos y, siento una angustia profunda y miedo por ellos. Para después encontrarme con mi madre ya fallecida que, me tranquiliza y me da paz y serenidad. He pasado así tres horribles noches y, con las mismas pesadillas.¡ Menos mal que al ver mi madre, termino la noche medio tranquila! Este sueño, me lleva años atrás con algo que ocurrió y que no tengo lógica, ni tampoco explicación a ello.  Verán, soy una persona en la que a menudo tengo sueños premonitorios. Algunos alegres, otros tremendos: para darme cuenta que días después ocurre el sueño fatídico. En este caso en particular mi madre me salvo la vida. Habían pasado pocos años en que mi madre había fallecido, llorando cada noche su ausencia. Una noche, me dice en sueño: hija por favor no me llores que no puedo descansar en paz. ¡La vi hermosa, muy joven y una sonrisa tan dulce! A raíz de ese sueño nunca más la llore. Pues bien como les contaba, era una noche de verano, un viernes exactamente: después de cenar y ver un programa televisivo me voy a mi alcoba cansada por una jornada laboral. Al día siguiente era sábado y había quedado por la mañana con mi hermana mayor, la recogería con mi coche para ir de compras; ella vivía a unos cuatro kilómetros de mi casa. Me meto entre las sabanas frescas puestas esa misma mañana y me quedo profundamente dormida. Sueño esa noche, sueño que estoy en un hospital, al abrir los ojos, viendo al pie de la cama a mi madre fallecida. Estaba bellísima, como jamás la había visto antes, jovencísima y vestida de un blanco inmaculado. ¡Le digo que haces aquí mami si tú has  fallecido! ella me coge de la mano  dulcemente y me dice, hija, vengo a cuidar de ti, a preservarte de un accidente mortal, después desapareció de mi sueño sin más. Me levante intrigada por ese sueño, pero me encontraba relajada y feliz de haberla visto fugazmente. Al amanecer, una voz interior me decía: cuidado con el accidente, ponte bien el cinturón de seguridad. Desayuné tranquilamente, cogí las llaves del coche en dirección hacia la casa de mi hermana. Iba sin prisa, pero apenas a un kilometro de casa había una rotonda, me encontraba ya en ella, cuando de repente a mi derecha surge un camión a toda velocidad  sin respetar que yo ya estaba dentro y me embiste como un toro furioso, el coche dio varias vueltas quedando como un acordeón. Yo salí ilesa, no tenía un solo rasguño y sobre todo con la tranquilidad sorprendente en la que me encontraba, yo que soy un manojo de nervios. No estaba para nada asustada, es más con el teléfono móvil avise a mi hermana lo ocurrido. Avisaron a la policía y el camionero dio positivo en el test de alcoholemia. Ese día volví a nacer de nuevo. Entonces, entendí  las palabras de mi madre, ella  me salvo la vida, no me cabe la menor duda. Después ocurrió otra vez más el mismo sueño, salvo que después fue debido a una fuerte crisis de asma que, casi me muero otra vez. Después de recoger la grúa el coche, de hacer el papeleo con la policía, finalmente me fui en el tren con mi hermana.

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