Me
gusta recordar momentos pasados. La vida no era tan complicada como lo es hoy: había
otras cosas y sé que esto pertenece al pasado ¿Pero qué sería nuestra vida?,
sin esos recuerdos, tristes o alegres. ¿Nunca podremos olvidarlos?, y
revivirlos de vez en cuando da calor a tu alma. He pasado buenos y malos
momentos, como de hecho todos nosotros.Los secretos entre las amigas, nuestras
risas espontaneas, nuestros enfados, pero al final nos adorábamos y de vez en
cuando pienso en ello sonriendo sola. ¡De nuestra loca juventud!, ¿ bueno no
tan loca?, éramos a pesar de nuestra juventud muy responsables. Nuestros padres
se encargaban inculcándonos los buenos principios, y lo cumplíamos sin rechistar.
Había que llegar a casa a las nueve de la noche, llegábamos a regaña dientas
respetando el horario impuesto por ellos. Todavía no estábamos en edad de ir a
ninguna discoteca y aun menos de llegar bebidas a casa. Para toda la cuadrilla
de amigas era el mismo horario, claro y por supuesto nos hubiese gustado un
poco más de libertad, pero respetábamos los principios. Era lo mismo para el
resto de mis hermanos y, pasábamos la semana impaciente en que llegaría el
domingo para reunirnos de nuevo en el baile. Los días de Semana Santa, en la
cual estaba prohibido bailar, ¿hacíamos lo siguiente?. Nos preparaba la madre
un par de bocadillos y subíamos al monte. Con la mochila acuesta subíamos hacia
el monte cantando alegres. Nos reuníamos con chicos de nuestra misma edad y el día
pasaba entre risas. Ningún chico entonces se pasaba con nosotras, a pesar de
que nos gustábamos. Otras veces subíamos a las rocas de “Igueldo”, a pasar el día
y darnos un chapuzón en el mar bajo la mirada atenta de los chicos que sabían nadar.
Uno de ellos buceador nos sacaba lo que pillaba, hacíamos una hoguera asando el
pescado, para después todos en coro cantábamos canciones de “La Tuna
Estudiantil”, que estaban de moda, y nuestros ojos reflejaban felicidad por
esos momentos compartidos. Luego llegaron los primeros amores, los desengaños también.
Recuerdo mi primer amor con quince años: ¿vamos casi una niña? Cuando me sacaba
a bailar nuestros corazones se aceleraban, lo podía sentir mi mano sobre su
pecho, y en mi estomago mariposas revoloteando, pero nos distanciamos y fue
culpa mía, ya que entre tanto junto a mi madre fuimos en un viaje de placer a
Francia. Allá conocí al que fue mi marido, cuando regrese de nuevo aquí se lo
dije, viendo en sus ojos las lagrimas. Muchas veces me cuestiono que hubiese
pasado de haber seguido adelante, nunca lo sabré. La vida está sembrada de
cosas que a veces ni entendemos. Una servidora fue la primera en casarse, después
las demás, cuando llegaba de Francia, era para reunirnos y recordar aquellos
tiempos. A pesar de la distancia que nos separaban no fue un motivo para
olvidarse de nadie. Incluso alguna de ellas vino a visitarnos, quedando
impresionadas, sobre todo cuando nos acercábamos a visitar Paris. No puedo
negarlo eran momentos únicos, después la vida nos separo por circunstancias
ajenas. Pero no con todas, hoy sigo teniendo contacto con algunas de ellas,
otras se fueron a otros lugares por motivos de trabajo etc. Unas se encuentran separadas,
otras viudas, pero sentimos el mismo
placer de reencontrarnos de nuevo. Cuando nos juntamos contamos con placer y alegría
reviviendo aquella época y viendo la dificultad de ahora ¿pensamos al unisón? ¿Qué
sencilla y alegre era nuestra vida en aquellos jóvenes años?
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