Increíble
aquello tan sencillo empezó a funcionar. Aunque reconozco que sigo a
veces muy sensible, sobre todo en ciertas épocas, las navidades donde todo son
recuerdos, llorando muy a menudo, eso me descomprime la angustia. Sé que he
hecho una labor interior importante, satisfecha, muy satisfecha de haber
conseguido y sobre todo mi autoestima por fin recuperada. Hoy comprendo que no
hay nada que temer, a cambio hay que
estar agradecida por esta nueva oportunidad que se presenta en mi nueva vida.
Empecé a saborear la vida con muy pocas cosas. Había perdido ciertas
sensaciones al estar sumergida en semejante trauma. Me di cuenta que un simple atardecer me dejaba extasiada. Sentir rugir el mar a la
orilla de la playa mientras paseo,
golpeando las olas en mis
tobillos era algo increíble. Respirar el olor que desprende los tilos cuando
florecen, cierro mis ojos como si fuese algo mágico. Voy expresamente cada mes de junio al paseo de
Francia de nuestra ciudad, me siento en un banco dejándome
invadir por esas sensaciones
olvidadas. Observar el va y viene de las
gaviotas, cuando los barcos pesqueros entran al puerto, oír el canto de los
pájaros, cuando en la primavera llegan las golondrinas anidando en los tejados de las viviendas, las
observo a través de mis cristales revolotear, buscando insectos para sus cría,
quedando prendada. Observar las noches estrellada, admirando el resplandor de
la luna y todo se convierte en algo mágico. Doy cada día las gracias a todo lo
que me rodea, sintiendo buenas vibraciones, amando con pasión la vida. También
con la lectura de un buen libro, una
música relajante. Los libros, la poesía, otra de mis pasiones junto al arte.
Fui descubriendo que la vida puede ser maravillosa siempre que te lo propongas,
que cada día que pasa es un nuevo comienzo, un nuevo renacer y ello no
significa que todos los días sean maravillosos. Pero si está claro en la
positividad que he adquirido que hasta yo misma me sorprendo. Soy otra persona,
no soy perfecta claro está, pero no la misma
de antes, sus miedos, sus inseguridades, vivo el presente sin
angustiarme el mañana. Me siento viva por fuera, al igual por dentro. Recuerdo
un día, un atardecer, estaba sentada en un banco junto al mar dando de
comer a las palomas y los pajarillos que se
acercaban. Un joven muchacho se
puso a mi lado tocando con su guitarra, al oír
(juegos prohibidos) era la música de una película estupenda francesa,
que vi cuando vivía en Francia, tocaba con tanta pasión que creía estar en el cielo, su música me
embriagaba y una sensación de bienestar invadió mi cuerpo. No podía creer que
hubiese perdido tantas cosas de la vida,
tantas emociones recorrían por mi mente, emociones olvidadas. Empecé a vivir
para mí misma. No necesitaba mucho para saborear lo que la vida ponía a mis
pies, el universo es mágico, la vida es
bella, todo me complace. Todo lo que la madre naturaleza pone a tú alrededor, la magia de
las flores, el mar y las montañas.
Marilo Dominguez.
16/05/2012.
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