jueves, 14 de febrero de 2013

ALERTA EN SAN SEBASTIÁN...

 San Sebastián

¡Qué razón tenía mi madre! cuando se refería al mes de febrero. Ella, me solía decir, hija, <<llega febrerillo loco>> Efectivamente es un mes loco, loco. Hace varias semanas que nos encontrábamos en alerta: fuertes rachas de viento acompañado de incesantes lluvias, viendo a cada paso aquí y allá paraguas destrozados por el viento. Según la radio, llevábamos 36 días de lluvias torrenciales; ríos desbordados, casas inundadas, tierra del monte desprendida en plena autovía y, lo peor las cosechas destruidas por las inundaciones. Sin embargo este  lunes día 11, tenía que salir. Por supuesto no faltaba a la regla el desastre del tiempo poco clemente. ¿Vamos? de no poner un pie fuera. No se me apetecía salir, pero tenía cita con mi dentista y no tuve más remedio que enfrentarme al día, sacarle valor y salir a la calle. Mi dentista, tiene su consulta al otro extremo de la ciudad. Me abrigue bien con mi chamarra para la lluvia; ¿tanto que parecía un oso polar? La temperatura era de 4 grados y el viento soplaba con fuerza, a eso lo adjuntamos la lluvia: ¿total que llegue empapada de agua y muerta del frio? Al salir del dentista me subo en el autobús hasta “El Boulevard” de ahí pensaba coger otro que me llevase hasta mi casa. Una vez sentada, observaba por el cristal del autobús el panorama. Llega el momento, en el que alcanzamos la playa de “La Zurriola” Al cruzar el puente del “Kursal” el espectáculo era impresionante: la mar estaba desencadenada y, las olas eran de miedo. Con el viento que soplaba,  las gotas del agua llegaban hasta el autobús al cruzar el puente. Al mismo tiempo observaba desde el autobús el “Paseo Nuevo” cerrado a los transeúntes debido al peligro. Al bajar del autobús, por unos minutos había cesado la lluvia. Sin pensarlo dos veces fui hasta “El Peine de los Vientos” en el otro autobús. Se encontraba cerrado igualmente y vigilado por la policía. Cerca podía fotografiar con mi teléfono móvil. La marea estaba subiendo cada vez más y, mis manos no las sentía del frio. Eran las 18h00, casi no había luz del día, salvo un rayo de sol a lo lejos que, plasme con mi cámara. Eran tantas las emociones que recorrían por mi cuerpo. Todas unas series de emociones entremezcladas, era imponente de belleza, miedo al mismo tiempo y la adrenalina subía cada vez más: más cuando una ola llega hasta mí dejándome empapada. Seguía a pesar de todo fotografiando, ¡en cada ola la emoción era más fuerte! ¡Tanto que, por un momento se me olvido que estaba empapada! Hasta que ya, si que empecé a sentir el frio, decidiendo volver a casa. Era casi de noche, las manos estaban amoratadas y, la nariz roja goteaba. Me dispuse a coger el primer autobús hasta mi barrio. Al llegar, la casa estaba calentita me reconforto de las emociones y del frio, había dejado la calefacción encendida. Me dispuse a tomar una ducha caliente, antes me tome un chocolate caliente: me quite la ropa y el calzado mojado. En la ducha desfilaban una y otra vez las olas; esa noche llegaron hasta 9 metros. ¡Al irme a la cama estaba tan relajada que me quede enseguida dormida! Al día siguiente llovía todavía más fuerte, había bruma y el paisaje apenas se divisaba. Con mi cámara, de nuevo volví al mismo lugar: allí me esperaba el mismo espectáculo. La playa parecía un vertedero de basuras, troncos de árboles, piedras y toda clase de porquerías. La noche anterior las olas saltaron fuera de la playa, podías ver la arena en las aceras. Llegue un poco pronto, la noche iba a caer enseguida, con la bruma apenas había luz del día. Hice varias fotos, el frio era gélido, apenas 3 grados de temperatura. Algunos fotógrafos llegaban con sus cámaras y teleobjetivos, esperando la ola gigante, para que quedara plasmada. Fue espectacular nuevamente; pero regrese enseguida a casa, hacia mucho frio. Ya hoy día 14, hace mejor día, incluso el sol se atreve a salir tímidamente. ¡Uf, cuantas emociones en dos días!   
 Olas en el Peine de los Vientos

    
Olas  Golpeando
La  Mar revuelta











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