Hace algunos años ocurrió
un tremendo drama que nunca olvidare. Nos encontrábamos en pleno mes de
febrero; esa mañana la temperatura había bajado drásticamente. El cielo
anunciaba la nieve; desayune observando los primeros copos de nieve. Apenas
termino mi taza de café, el teléfono que suena; una voz amiga me anuncia que mi
amiga Yvette, había fallecido trágicamente. No lo podía creer, hacía dos días que
estuve hablando con ella; seguramente me encontraba en un sueño y despertaría de
esa pesadilla. Yvette, junto a su marido eran amigos íntimos. Ella de un carácter
jovial, siempre tenía algo para hacerme reír y, sacarme de la torpeza de mi
vida matrimonial. Pierre, era un encanto de hombre, educado, cordial y, a cada
encuentro con ellos eran charlas interminables sobre todos los temas. Eran una
pareja tan bien avenida, se adoraban y eso lo transmitían en su mirada. Tenían
un solo hijo que, vivía casado en Paris, eran abuelos de una preciosa niña que
hacia las delicias de todos. Nada más colgar el teléfono, preparo una bolsa con
unas cuantas cosas para asistir al funeral. Según iba avanzando el tren, más
nieve caía por el camino, varios centímetros cubría la carretera. El tren llego
con dos horas de retraso; muy pensativa y todavía incrédula encendí un pitillo
para calmar la ansiedad. Esto me pilló tan de sorpresa que, quede bloqueada y
no podía llorar. Finalmente llegue al lugar, dirigiéndome de inmediato a casa
de estos amigos. Pierre estaba derrumbado, al verme se dirigió hacia mí
sollozando. Entre lagrimas me conto lo ocurrido; Yvette, el día anterior había puesto
en la lavadora la ropa sucia, una vez terminada se dispuso a tender la ropa,
arriba en el desván. La nieve y el frio impidieron colgarla fuera. Las
escaleras efectivamente eran extremadamente empinadas; Yvette, con la ropa subió
hacia arriba. No sabían porque motivo, ella perdió el equilibrio y cayó hacia atrás,
desnucándose la cabeza. Yo, escuchaba atónita el relato y, seguía bloqueada sin
poder llorar. Pasó el funeral, el entierro y tristemente volví de nuevo a casa.
Una vez llegada, llamaba casi todos los días a Pierre; me sorprendió su
entereza y esto me puso la mosca detrás de la oreja. Pasa la primavera. Un día
Pierre, me llama por teléfono y después de saludarnos, me comenta que acaba de
pintar la casa por dentro y por fuera; aquello me intrigo doblemente, hacia
apenas dos años que lo habían hecho. Mi intuición me decía que nada bueno había
por detrás; cuando días después una nueva llamada, la misma que la anterior. Me
anuncia que Pierre se ha pegado un tiro fuera en el jardín. Los vecinos al oír
el ruido de la escopeta avisaron de inmediato a la policía; nada pudieron
hacer. Pierre yacía en el césped ensangrentado. Aquello fue algo tremendo y,
por motivos de salud no podía asistir al funeral. Pocos días después su hijo me
llama; su padre había dejado una carta escrita con su intención de suicidarse.
En ella explicaba que, sin su mujer no podía vivir; decidiendo quitarse la vida
y reunirse con ella. Qué la casa la había pintado para que el hijo la heredara
limpia. Fue un golpe durísimo para todos; hoy día pienso en aquel drama. Año
tras año cuando veo el cielo encapotado, como cuando cae la nieve, no puedo
evitar de pensar en ellos.Eran juntos la alegría personificada; ese amor
compartido que se prodigaban, digno de una historia de otros tiempos. Hoy el
cielo amaneció oscuro, como si fuese a nevar. Pensé sin dudarlo, voy a escribir
esta historia verdadera, en homenaje a ellos; mis amados amigos Yvette y
Pierre. A raíz de esta historia, muchas veces me bloqueo y no puedo llorar;
entonces pongo un CD con , “La Bohéme” en francés de “Charles Aznavour”; era
nuestra canción favorita de nosotros tres.
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