En esta última semana
que estuve en cama con fiebre; pasaban las horas sumida en un sueño raro, debido a la fiebre tan alta. Era
tan real el sueño que, por momentos creía encontrarme de nuevo en cada etapa de
mi vida. Lo que más me preocupaba, era el miedo en el que vivía pendiente de
mis hijos. No sé el motivo, mis hijos pasaron su infancia en una hermosa
campiña, donde no había gran riesgo; salvo alguna caída en bicicleta. Yo, me veía
tan joven, es verdad que no aparentaba la edad, y con 26 años era madre de tres
hijos. Los observaba jugando, peleándose en el jardín de casa. Yo, desde la
ventana tratando de calmarlos, al igual que lo hacía en esa época casi recién casada.
Los veía tan niños, también es verdad que vivía sobresaltada que, algo
ocurriese. Eran niños inquietos y las trastadas eran frecuentes, pero siempre
se resolvían bajo mi autoridad. Para después de esto, regresar a mi infancia
junto a mi madre. De nuevo, viendo en mí sueño cada día el atardecer, y esperando
ansiosa su llegada del trabajo. Era al igual que una película que desfilaba
ante mí. Quería despertar y, no podía, deseaba levantarme, tampoco: la fiebre seguía
su curso y los sueños también. ¡Viendo como pasaba por cada rincón donde acostumbraba
a ir, mi paseo favorito!, la subida hacia el barrio del “Albaicín” ¡recorría el
camino en silencio, respirando el aroma de las flores colgadas en los balcones!,
hasta llegar a la cumbre del barrio. Me escondía tras los arboles, para ver
jugar a los demás niños; era una gran tímida que, se sonrojaba a la más mínima.
Para luego verme adolescente y seguir igual de tímida. Muy joven, empecé a
trabajar en una librería muy conocida de la ciudad. Me veía entre los libros devorándolos
con la mirada; mis jefes y las otras dependientas charlando. Junto a mis amigas
y, nuestros primeros amores, viendo situaciones divertidas y riendo a
carcajadas por los chistes contados. En definitiva me encontraba a las puertas
de mi pasado lejano en esos sueños y fue curioso de verdad. En situaciones de estrés
viendo a mamá, cogiéndome de la mano y tranquilizarme; incluso en uno de los últimos
sueños, a pesar de que no estoy segura si lo fue, o era realidad, podía sentir
su aroma, el calor de su cuerpo junto al mío ¡Mamá cogiéndome en brazos en la
cama! Diciéndome que venía a cuidar de mi, al igual que cuando era niña. Con la
mano debajo de mi cabeza y con la otra abrazándome fuerte; una gran sonrisa en
sus labios. La dulce sensación que sentía era enorme. ¡Cuando quise darme la
vuelta y, agradecérselo, había desaparecido; pero lo curioso de esto es que seguía
después respirando todavía su aroma! Sueño, realidad, no tengo explicación todavía;
pero este viaje al pasado ha levantado en mi tantísimas emociones, casi
olvidadas. Es curioso que a veces no recuerdes lo que hiciste ayer, sin embargo
en mis sueños el pasado volvió una y otra vez. Salvo la preocupación por mis
niños, realmente fue hermoso volver atrás y recordar tantas emociones
compartidas, y sobre todo volver de nuevo junto con mi madre, tan joven y
bella, tal como era ella. Me he sentido como antaño una niña entre sus brazos;
añoranza, tal vez .Mamá era mi amiga, mi confidente, mi terapeuta. Tengo en mi corazón
tantas experiencias gravadas que, no es sorprendente que haya aparecido en mis
sueños; tal como la todavía la recuerdo.
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