Este
relato va dedicado a esta amiga entrañable llamada Monique y que tanto la
quiero. En esta época me encontraba casada en Francia y es una de las épocas
que más años añoro. Nuestra amistad todavía duradera consistía en el respeto
que sentíamos la una por la otra, en el mutuo cariño y entendimiento. Fue
curioso nuestro encuentro, pues surgió
espontáneamente. Vivíamos cerca la una de la otra en villas individuales. Se
construyeron varias viviendas en una
zona cercana al bosque y, ella vivía junto a sus padres a la derecha de nuestra
casa. Para entonces yo estaba casada y madre de dos varones, quedando embarazada del tercero justo cuando
nos cambiamos a nuestro nuevo hogar. Ella de mi misma edad estaba todavía
soltera. La casa no se encontraba todavía vallada, y un día jugando mi segundo hijo se escapo fuera del recinto de
casa. No había peligro ya que aquello era una zona residencial y nosotros junto
a sus padres éramos los primeros que estrenábamos la casa. Ella se encontraba
haciendo punto en el jardín sentada en el césped, al ver mi hijo salió a su
encuentro al mismo tiempo que una servidora. Es verdad que la apercibía cuando
llegaba del trabajo, según me conto después era la secretaria del coronel del campo
militar de aviación cercano a nuestro pueblo. Cuando nuestras miradas se
encontraron soltamos una carcajada espontanea al recoger al mismo tiempo mi
niño. Me saludo presentándose y yo hice lo mismo, acariciaba a mi pequeño con
ojos maravillados diciéndome mi suerte de tener hijos. Me dijo con naturalidad
que deseaba este encuentro, me apercibía desde el jardín como jugaba con mis
niños y le pareció que era una noble persona ¿curioso a mi me pasaba lo mismo? Ella
todavía soltera desesperaba de no encontrar el amor en su camino, a pesar de
ser una joven muy hermosa. Tenía una larga melena rubia ondulada. Más bien
menudita, pero sus ojos claros eran transparentes, podías ver en ellos la
sinceridad, la alegría que desprendía era total. Me conto al cabo de unos días
que hacía unos años había roto la relación con su novio: contándome que su
madre hizo todo para que se rompiese esta relación. ¿No tarde en darme cuenta de
cómo era? La madre después intento manejarme a su antojo, hasta que un día dije
basta. Celosa si me veía a través de las
ventanas como iba a visitar a la vecina de enfrente, una mujer viuda y en
avanzada edad. ¿Como comprendía a Monique? Tenía ya comprado todo el ajuar, incluso el vestido de
novia, no se atrevía a salir con nadie por miedo y pronto descubrí lo bella persona que era por
fuera, muchísimo más por dentro. Risueña, afectuosa, generosa y sobre todo esa
espontaneidad que la caracterizaba. Nos hicimos enseguida amigas, la fluidez
pasaba de una manera armoniosa, el cariño mutuo también y la solidaridad
igualmente. Esta amiga fue un rayo de sol en la oscuridad, nunca olvidare lo
que represento para mí, y sinceramente creo que era viceversa. Necesitaba oír
mi voz para serenarse, frenaba sus impulsos cuando de paso deseaba marcharse lejos
de casa y olvidarse de todo. No tengo explicación lo que nos unía a las dos, éramos
inseparables, compartiendo todo, risas y llantos. Sabía que podía tender mi
mano y ahí estaba. Ella se encontraba deprimida, ahí estaba yo. Una dificultad
en la vida de una o la otra, ahí estábamos las dos. Había un solo problema, su madre sentía celos
de nuestra amistad, dándome cuenta después de la manipulación que esta mujer ejercía con sus dos hijos. A
pesar de todo ella fiel venia cada tarde a saludarme y a charlar un rato conmigo. ¿Ella era mi bastón,
yo el suyo? Me decía lo abierta de mente que era, lo contrario de su madre que
era rencorosa y manipuladora y, juntas hemos pasado momentos que nunca se
borraran en nuestras vidas. Cuando nació mi tercer hijo estuvo siempre
presente, yo quede agotada y demacrada de este tercer hijo y ella no faltaba un
solo día en visitarme. Animándome con su alegre carácter, trayéndome siempre
algo, fruta, algún dulce, pero para mí era suficiente con su presencia. No podíamos
pasar la una sin la otra, tanto era la
fuerza que nos unía a las dos. Poco tiempo después me anuncio que estaba de
nuevo enamorada, no lo sabía su madre y las dudas la invadían. Un día me llevo
en coche y me lo presento. Era un chico muy tímido, pero se denotaba una
excelente persona. Su madre al conocer esto hizo todo para que su hija no
siguiera con él. Yo animándola de no
hacerle caso, que era mayor y era su vida, ella escucho mi consejo y salió adelante
a pesar de los reproches. Un día vienen los dos y me anuncian algo intimidados que
se casan, los abrace con ternura felicitándolos. Les aconseje que después de
casados se fueran a otro lugar lejos. Al terminar con su servicio militar, el
en la vida civil era contable. Una vez casados montaron los dos un despacho y
se fueron a vivir cerca de Burdeos. Su despedida fue tremenda, me tragaba las lágrimas,
pero su felicidad pasaba ante todo. Sabía que algún día el destino nos separaría,
pero nunca separaría el cariño en nuestros corazones. Después nos escribíamos,
nos llamábamos por teléfono y, cuando veníamos a pasar las vacaciones a España,
pasábamos por su casa. Ellos venían los fines de semana a verme y disfrutábamos
muchísimo, dándome las gracias por mis sabios consejos. Ella es madre de dos
encantadores hijos, su marido toda su
vida. ¡Gracias Monique?, por esta maravillosa amistad, por el tiempo compartido,
brindo por nuestro cariño sincero…
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