sábado, 1 de diciembre de 2012

A MI GRAN AMIGA MONIQUE...

Este relato va dedicado a esta amiga entrañable llamada Monique y que tanto la quiero. En esta época me encontraba casada en Francia y es una de las épocas que más años añoro. Nuestra amistad todavía duradera consistía en el respeto que sentíamos la una por la otra, en el mutuo cariño y entendimiento. Fue curioso nuestro encuentro, pues  surgió espontáneamente. Vivíamos cerca la una de la otra en villas individuales. Se construyeron varias viviendas  en una zona cercana al bosque y, ella vivía junto a sus padres a la derecha de nuestra casa. Para entonces yo estaba casada y madre de dos varones,  quedando embarazada del tercero justo cuando nos cambiamos a nuestro nuevo hogar. Ella de mi misma edad estaba todavía soltera. La casa no se encontraba todavía vallada, y un día jugando  mi segundo hijo se escapo fuera del recinto de casa. No había peligro ya que aquello era una zona residencial y nosotros junto a sus padres éramos los primeros que estrenábamos la casa. Ella se encontraba haciendo punto en el jardín sentada en el césped, al ver mi hijo salió a su encuentro al mismo tiempo que una servidora. Es verdad que la apercibía cuando llegaba del trabajo, según me conto después era la secretaria del coronel del campo militar de aviación cercano a nuestro pueblo. Cuando nuestras miradas se encontraron soltamos una carcajada espontanea al recoger al mismo tiempo mi niño. Me saludo presentándose y yo hice lo mismo, acariciaba a mi pequeño con ojos maravillados diciéndome mi suerte de tener hijos. Me dijo con naturalidad que deseaba este encuentro, me apercibía desde el jardín como jugaba con mis niños y le pareció que era una noble persona ¿curioso a mi me pasaba lo mismo? Ella todavía soltera desesperaba de no encontrar el amor en su camino, a pesar de ser una joven muy hermosa. Tenía una larga melena rubia ondulada. Más bien menudita, pero sus ojos claros eran transparentes, podías ver en ellos la sinceridad, la alegría que desprendía era total. Me conto al cabo de unos días que hacía unos años había roto la relación con su novio: contándome que su madre hizo todo para que se rompiese esta relación. ¿No tarde en darme cuenta de cómo era? La madre después intento manejarme a su antojo, hasta que un día dije basta. Celosa si me veía a  través de las ventanas como iba a visitar a la vecina de enfrente, una mujer viuda y en avanzada edad. ¿Como comprendía a Monique? Tenía ya  comprado todo el ajuar, incluso el vestido de novia, no se atrevía a salir con nadie  por miedo  y pronto descubrí lo bella persona que era por fuera, muchísimo más por dentro. Risueña, afectuosa, generosa y sobre todo esa espontaneidad que la caracterizaba. Nos hicimos enseguida amigas, la fluidez pasaba de una manera armoniosa, el cariño mutuo también y la solidaridad igualmente. Esta amiga fue un rayo de sol en la oscuridad, nunca olvidare lo que represento para mí, y sinceramente creo que era viceversa. Necesitaba oír mi voz para serenarse, frenaba sus impulsos cuando de paso deseaba marcharse lejos de casa y olvidarse de todo. No tengo explicación lo que nos unía a las dos, éramos inseparables, compartiendo todo, risas y llantos. Sabía que podía tender mi mano y ahí estaba. Ella se encontraba deprimida, ahí estaba yo. Una dificultad en la vida de una o la otra, ahí estábamos las dos.  Había un solo problema, su madre sentía celos de nuestra amistad, dándome cuenta después de la manipulación  que esta mujer ejercía con sus dos hijos. A pesar de todo ella fiel venia cada tarde a saludarme y  a charlar un rato conmigo. ¿Ella era mi bastón, yo el suyo? Me decía lo abierta de mente que era, lo contrario de su madre que era rencorosa y manipuladora y, juntas hemos pasado momentos que nunca se borraran en nuestras vidas. Cuando nació mi tercer hijo estuvo siempre presente, yo quede agotada y demacrada de este tercer hijo y ella no faltaba un solo día en visitarme. Animándome con su alegre carácter, trayéndome siempre algo, fruta, algún dulce, pero para mí era suficiente con su presencia. No podíamos pasar la una sin la otra, tanto era  la fuerza que nos unía a las dos. Poco tiempo después me anuncio que estaba de nuevo enamorada, no lo sabía su madre y las dudas la invadían. Un día me llevo en coche y me lo presento. Era un chico muy tímido, pero se denotaba una excelente persona. Su madre al conocer esto hizo todo para que su hija no siguiera con él. Yo  animándola de no hacerle caso, que era mayor y era su vida, ella escucho mi consejo y salió adelante a pesar de los reproches. Un día vienen los dos y me anuncian algo intimidados que se casan, los abrace con ternura felicitándolos. Les aconseje que después de casados se fueran a otro lugar lejos. Al terminar con su servicio militar, el en la vida civil era contable. Una vez casados montaron los dos un despacho y se fueron a vivir cerca de Burdeos. Su despedida fue tremenda, me tragaba las lágrimas, pero su felicidad pasaba ante todo. Sabía que algún día el destino nos separaría, pero nunca separaría el cariño en nuestros corazones. Después nos escribíamos, nos llamábamos por teléfono y, cuando veníamos a pasar las vacaciones a España, pasábamos por su casa. Ellos venían los fines de semana a verme y disfrutábamos muchísimo, dándome las gracias por mis sabios consejos. Ella es madre de dos encantadores hijos, su marido  toda su vida. ¡Gracias Monique?, por esta maravillosa amistad, por el tiempo compartido, brindo por nuestro cariño sincero…  

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