Hoy con el tiempo transcurrido recuerdo los años atrás. Pienso en este amor imposible que era mucho antes de separarme, sin buscarlo apareció, encontrando al hombre que me hizo tan feliz; que me dio la vida como mujer; a su lado me sentía bella y hermosa, a pesar de que con el tiempo todo se desvaneció. Se derrumbo el amor, como una baraja de naipes; justamente cuando los dos nos encontrábamos libres de toda atadura .El había cambiado mucho, ya no era el mismo hombre que conocí. Pero reconozco que fueron unos años de total felicidad llevados en la distancia; nuestros encuentros surgían cada vez que venía a ver a mis padres y surgió cuando menos lo esperaba. Recuerdo aun con cierta nostalgia aquella época. Esta historia transcurrió en plena transición, cuando llego lego la democracia a nuestro País. Mi padre lloraba de emoción viendo lo que tanto esperaba; que España entraría finalmente en una democracia. Todos lo vivimos con tantísima ilusión; Era una euforia total y yo lo veía en la distancia, ya que en esa época estaba casada en Francia. También en el País Vasco se vivían tiempos revueltos y raro era el día que no se concentrara la juventud para pedir la autonomía del país. Eran enfrentamientos casi a diario y la policía iba con mano de hierro, habiendo heridos y presos. En aquella época, mi matrimonio se encontraba agonizando; las peleas y los malos tratos eran constantes. Los chantajes sicológicos, los celos sin razón; pero había por medio tres hijos pequeños y ninguna escapatoria; había amenazas de por medio y el miedo me dejaba tetanizada, paralizada. El desamor dio paso a otro amor inesperado, apasionado, grandioso. Yo en esa época tenía la autoestima por los suelos, enfermando de mil cosas; todo eran so matizaciones que me dejaban agotada y no había medicación para el dolor de mí alma. Mis padres se encontraban ya mayores y, para mí era la excusa perfecta de poder escapar y respirar lejos de la prisión en la que estaba sometida; venia sola a visitarlos, dejando los niños a cargo de la suegra. En uno de esos viajes; una sobrina casada me invito al cumpleaños de su marido; seria entre amigos me decía. La cena transcurrió alegremente y por unas horas me olvide de todo. Frente a mí un joven apuesto no dejaba de observarme, yo tímidamente le sonreía; se acerco a mi interesándose por mí, me sentía halagada, su mirada penetrante me desnudaba y un escalofrío agradable recorría por mi cuerpo, mariposas revoloteaban en mi estomago. Me conto ser nacido en el País Vasco y veía en su mirada la admiración por su gente, sindicalista, al mismo tiempo descubrí que era un nacionalista vasco; aquello no me perturbo y la velada duro hasta altas horas de la noche. Hablamos y hablamos de todo; el tiempo transcurrió tan a prisa, intercambiamos teléfonos y señas. Sabía que estaba casado con 2 hijos pequeños; su matrimonio se encontraba en ascuas y, llego el día de volver de nuevo a Francia. Ya en el tren; no dejaba de pensar en aquel encuentro; era un hombre decidido sin miedo a nada, en definitiva lo contrario de mi pareja. Sabía lo que quería y su porte altivo me demostró ser una persona responsable y seguro de sí mismo. Apenas llegar el teléfono suena; antes le señale la hora en la que no se encontraba mi pareja; nos escribíamos cartas y, yo vivía pendiente de ellas, casi sin darnos cuenta nos enamoramos. Quedo muy claro que no podíamos separarnos de nuestras respectivas parejas; los hijos eran muy pequeños todavía y, yo seguía con el miedo en mi cuerpo con el alcoholismo y el trato de mi pareja, el desconocía mi historia y jamás se lo conté; me sentía avergonzada, demostrando, y era verdad el entusiasmo y la alegría provocada cuando hablaba con él. Pasaron unos meses después y volví de nuevo; estaba como una quinceañera, nos dimos cita cenando juntos y, pasando una velada de ensueño. Llego lo que nunca antes hubiese imaginado. Muy chapada a la antigua, no admitía una infidelidad, pero entre el champan y su fascinante mirada caí entre sus brazos. Nunca fue premeditado y no estaba en mi mente cometer una locura; estábamos realmente enamorados y surgió lo inesperado .Nos amamos toda la noche y, yo me sentía como una diosa que muere entre sus brazos. Aquello supero lo imaginable, nos costó volver de nuevo cada cual a su vida; viniendo a menudo, para de nuevo encontrarme en sus brazos. Pero la vida separa todos los seres que se aman, dulcemente y sin saber por qué. Estará siempre en mi memoria, fueron unos años intensos, emotivos y a su lado me sentí por primera vez una mujer amada y deseada.
Marilo Dominguez.
18/05/2012.

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